Una joven pesaba casi 320 kg y ni siquiera podía mantenerse en pie: así luce después de perder 200 kg


Esta joven llegó a pesar casi 320 kg 😱. Debido a su sobrepeso, no podía ni mantenerse en pie ni moverse 😲. Pero cuando su vida se vio amenazada, se dio cuenta de que tenía que bajar de peso 😢. Primero, perdió 90 kg, luego otros 110 kg 😲. Pero esa rápida pérdida de peso le provocó flacidez 😢.
Su transformación tras perder 200 kg se mostró en el primer comentario 👇👇

Cuando Amy Slaton apareció por primera vez en pantalla en un popular reality show, pesaba unos 320 kg.
Vivir con ese peso no solo implicaba limitaciones físicas, sino también dolor constante, riesgos para la salud y un importante sufrimiento psicológico.
Nadie podría haber imaginado que, tan solo unos años después, se convertiría en un símbolo de fuerza de voluntad, valentía e inspiración para millones de personas.
Amy comenzó su camino hacia una nueva vida con un veredicto médico difícil: para ser elegible para una cirugía bariátrica, tuvo que perder casi 90 kg por sí sola.

Para muchos, era una misión imposible, pero no para Amy. Aceptó el reto y perdió 60 kg antes de la operación, demostrando al mundo que estaba lista para luchar por sí misma.
Sus esfuerzos fueron seguidos en detalle en el programa, donde los espectadores vieron su dolor, sus victorias y sus pequeños pasos hacia una gran meta.
Después de la cirugía bariátrica, Amy comenzó a perder peso muy rápidamente. En total, perdió 200 kg, una hazaña increíble que incluso impresionó a los médicos.

Sin embargo, esta rápida pérdida de peso le causó otro problema: el exceso de piel flácida, que era físicamente vergonzoso y una fuente de dolor y vergüenza.
La extirpación quirúrgica de este exceso de piel es muy costosa. En el caso de Amy, el costo total podría alcanzar los 90.000 dólares, una suma prácticamente inasequible para ella, a pesar de su popularidad en redes sociales.
Además, esta cirugía conlleva riesgos: infecciones, complicaciones y un largo período de recuperación. No es una decisión que deba tomarse a la ligera.

Además del procedimiento médico, Amy cambió por completo su estilo de vida.
Adoptó una dieta equilibrada, centrada en proteínas como pollo, pescado, huevos y muchas verduras.
Poco a poco, incorporó caminatas ligeras y luego ejercicios sencillos.
Otro punto clave fue su trabajo con un psicólogo. Amy aprendió a reconocer y controlar los episodios de alimentación emocional y a gestionar el estrés sin recurrir a la comida.