El hijo sentía vergüenza de su madre, que trabajaba como limpiadora, frente a la familia de la novia, pero en su propia boda, ella sorprendió a todos y se convirtió en el centro de todas las miradas.

Marina observaba a su hijo, Ilya, mientras se probaba un traje nuevo.

Mañana se casaba, y le parecía algo completamente fuera de lo común.

Ilya se miró en el espejo, satisfecho con el ajuste perfecto de su atuendo. «Es un conjunto moderno. El color tiene un aire lujoso», comentó.

Marina sonrió, pero en su interior pensó, Sí que lo es. «Me alegra que te guste.

Estoy segura de que cuando te vea tan elegante en la boda, no podré evitar emocionarme.»

Ilya la miró con una expresión seria. «Mamá, habíamos quedado en que no irías.

Con toda la gente importante, te sentirías fuera de lugar, y me avergonzarías.»

Marina se quedó sorprendida. «¿Qué estás diciendo? Pensé que bromeabas.»

«No, mamá. Los padres de Vika son ricos y no sería cómodo para ti estar allí.

Lo mejor es que no vayas. Nos vemos después de la boda, ¿te parece?»

Las palabras de su hijo la hirieron profundamente. Él estaba avergonzado de ella.

«Te aseguro que me veré bien. Tengo una buena estilista y un vestido que está a la altura», insistió Marina, pero Ilya la descalificó. «¿Ese vestido azul? Es viejo.»

Con firmeza, añadió: «Si no lo entiendes, lo diré de manera clara. No quiero que vengas a la boda.

Me da vergüenza que seas limpiadora. Por favor, no eches a perder este momento.»

Marina se quedó en silencio, desconcertada, mientras Ilya se marchaba.

Horas más tarde, pasó las páginas de un viejo álbum familiar.

Los recuerdos la invadieron: abandonada por su madre, criada en un orfanato y, años después, construyendo su vida con esfuerzo propio.

A pesar de todo, había aprendido a ser independiente y a sentirse orgullosa de sí misma.

Mientras tanto, las palabras de Ilya resonaban en su cabeza con dolor.

Maxim había presentado a Marina a sus amigos de la universidad, y juntos pasaron momentos felices, nadando y organizando parrilladas en el campo.

Fueron los días más felices de su vida. Incluso comenzaron a planear su boda, pero todo cambió cuando el primo de Maxim los vio juntos y le contó a su padre, el alcalde.

La familia Skvortsov desaprobó su relación, y pronto, Marina se convirtió en objeto de rumores malintencionados sobre su supuesto consumo de drogas y trabajo como prostituta.

A pesar de la presión, Marina mantuvo el silencio para proteger a Maxim, quien también estaba siendo presionado por su intercambio estudiantil.

Dos semanas antes de su partida a Londres, el padre de Maxim le exigió que terminara la relación o enfrentaría consecuencias graves.

Marina no podía imaginar su vida sin él.

Después de que Maxim se fuera, la vida de Marina dio un giro oscuro.

Fue acusada de un crimen que no cometió, por su jefe, Stas, quien había sido sobornado por el alcalde.

Aunque confiaba en que la verdad saldría a la luz, fue condenada a tres años de prisión. Fue allí donde descubrió que estaba esperando un hijo.

Al salir de prisión después de un año y medio, Marina se encontró con su hijo, Ilyushka, a su lado.

A pesar de las dificultades, trabajó arduamente en diferentes empleos: limpiadora, en un autolavado y como costurera.

Nunca miró atrás, solo al futuro. Años después, se enteró de que Stas había quebrado, la familia del alcalde se mudó a Moscú y Maxim había formado una familia con otra mujer.

Marina se secó las lágrimas y, con determinación, se dirigió a su trabajo como limpiadora en un restaurante, comprometida a criar bien a su hijo, Ilya.

Siempre le dio todo lo que pudo, aunque eso significara sacrificar su propia felicidad.

Sin embargo, ahora, Ilya, avergonzado de ella y de su trabajo, no quería que ella asistiera a su boda.

Marina suspiró, pero decidió hacer las cosas a su manera por una vez.

Usó sus ahorros para comprarse un nuevo conjunto, hacerse un peinado y acudir a un centro de belleza, transformando su aspecto.

Cuando llegó al registro civil, causó sensación.

Se veía años más joven, y muchos invitados, especialmente los hombres, no dejaban de admirarla.

Ilya, incómodo, no pudo evitar notarlo, pero Marina ya había visto todo lo necesario.

Cuando Ilya la invitó a la recepción, ella rechazó con cortesía, sintiendo que ya había presenciado suficiente.

Durante la celebración, Marina tomó el micrófono para dar un breve discurso, deseando toda la felicidad a los recién casados.

Al bajar del escenario, se cruzó con Maxim, su antiguo amor.

Conversaron, y Maxim le explicó cómo su padre lo había engañado, haciéndole creer que Marina ya había superado todo.

Después de saber la verdad, Maxim nunca fue feliz y, aunque se casó, siempre pensó en ella.

Charlando durante una hora, Marina le sugirió que dejaran las historias tristes para otro momento y lo invitó a bailar.

Ilya, observando a su madre desde lejos, de repente la vio con otros ojos, dándose cuenta de todo lo que había sacrificado por él.

Se sintió avergonzado. Al verla irse con Maxim, corrió tras ellos.

«Mamá, ¿adónde vas?», preguntó.

«Me voy. Eso es lo que querías», respondió Marina, y luego le presentó a Maxim como su compañero.

Ilya, atónito, se quedó reflexionando sobre el hecho de que la vida de su madre no había terminado con su nacimiento y que ahora comenzaba un nuevo capítulo para ella.